¿Cómo surfear las emociones incómodas en ecosistemas informativos tan violentos?
Por Gisel Sánchez de Vita Activa
¿Últimamente estás sintiendo rechazo al entrar a las redes y ver que todo es violencia, conflicto y agresión? Quizás, al igual que yo, huyes de las plataformas (con mucho esfuerzo) con la sensación de que todo es terrible, de que nada tiene sentido, de que no hay fuentes confiables y de que todo se vale.
Especialmente si hablamos de contenidos noticiosos, no solo estamos manifestando desconfianza como audiencia, sino que, directamente, desarrollamos una aversión a acercarnos a esos contenidos. Tendemos a evadirlos porque nos generan ansiedad, mal humor y una sensación de impotencia y desesperanza, que no aporta nada más que culpa o tristeza a nuestras rutinas.
Ahora imagina: ¿cómo es la vida de quienes, además de usar las plataformas para sus propósitos personales, deben informarse 24/7 sobre los conflictos y controversias mundiales, y luego relatarlos como profesión? Hablo, sobre todo, de defensoras/es de los derechos humanos, periodistas, reporteras/os, activistas, quienes se exponen permanentemente a las noticias negativas y denuncias populares para poder hacer su trabajo.
Muchas empresas mediáticas y de otros rubros relacionados con lo social decidieron abandonar X durante 2024 porque, según ellas, su modelo de negocio viró hacia la propagación de la desinformación, los discursos de odio y se convirtió en un lugar sumamente inseguro para debatir y expresarse. Se teme que lo mismo suceda con las actualizaciones en las políticas de Meta, empresa que decidió eliminar la etapa de verificación de datos de su moderación, con el alegato de que era una herramienta que propiciaba la censura.
Esta problemática claramente no termina con el exilio de una u otra plataforma. Lo que sucede es que este clima adverso de polarización, desconfianza y desencanto se viene apoderando de nuestras democracias también. No podemos separar la atmósfera digital de la “real”.
Y entonces, muches nos preguntamos: ¿cómo podremos sobrellevar esta constante exposición a la desgracia y la violencia sin caer en la desesperanza? ¿Qué podemos hacer, como creadores de contenidos o como audiencias, para navegar este ecosistema informativo tan hostil, sin abandonar los espacios donde se dan estas conversaciones importantes para crecer como sociedad?
Las reflexiones que aquí te comparto fueron gestadas por periodistas y activistas presentes en el taller co facilitado por Vita Activa y The Engine Room titulado “Cuidados colectivos e individuales en nuestras iniciativas, hacia una resiliencia digital”.
Parálisis informativa y desesperanza
Para entender la importancia a nivel macro de estas inquietudes, nos sirve el concepto de “fatiga apocalíptica” del psicólogo y economista Per Espen Stoknes. Esta fatiga aparece al estar constantemente expuestes a mensajes aterradores y desesperanzadores que despiertan nuestro estado de supervivencia. Entonces, nos agotamos y tratamos de evitar pensar en las problemáticas sociales porque nos parecen demasiado grandes, complejas o lejanas en el tiempo para abordarlas efectivamente. Se reduce nuestra voluntad para responder y nos resignamos a que todo simplemente seguirá igual. ¿Te suena un poco a tu consumo en redes en los últimos meses?
A la vez, las plataformas están construidas para ser adictivas, para “secuestrar” nuestra atención a toda costa; y sus algoritmos están hechos para viralizar los contenidos más impactantes, con más interacción, sin importar si son falsos o perjudiciales para nuestra salud colectiva. Entonces, lo que en estos espacios se premia es la controversia, lo que genera discusión y difusión no reflexiva. A largo plazo, esto genera más y más polarización, no propicia la conexión con lo diverso. Más bien, desalienta el debate y el consenso social. De hecho, las redes (y los medios tradicionales) han construido una visión de que “el mundo no tiene arreglo” y que “los bandos” no tenemos puntos en común. Algunos estudios indican que, quienes más consumen noticias, ven el mundo peor, aunque el mismo está mejorando constantemente en términos de derechos humanos.
Un día para cuidarnos y conectar
Durante nuestro encuentro en Santiago de Chile, nos propusimos encontrar algunas propuestas sobre cómo restaurar los ecosistemas de información como lugares seguros y habitables. Nuestro taller fue un espacio lleno de risas, movimiento, reflexiones profundas y ganas de cuidar(nos). Diseñamos cada momento para que las emociones fueran protagonistas, porque ellas moldean nuestras experiencias en este ecosistema informativo que, como venimos viendo, a menudo está diseñado solo para hacernos sentir miedo, rabia y desconexión entre nosotres.
Comenzamos el taller con un ejercicio creativo. Cada participante escribió, en forma de ficción, cómo es un lunes típico en su vida. Algunas se reconocieron como superheroínas que usan una capa en algún momento del día para ayudar a otres, otras como seres de otro planeta se ponen un casco para lograr conectar entre los mundos digitales y analógicos.
La mayoría coincidimos en que el comienzo de la semana suele estar protagonizado por la ansiedad. El lunes comienza lleno de pendientes y con la sensación de que quizás no se puede con todo, pero, al final, se debe poder. Encima, se piensa que lo que se hizo ayer ya está desactualizado y no genera ningún impacto relevante socialmente.
Identificar las emociones que atraviesan nuestras rutinas fue mucho más sencillo al usar como herramienta la rueda de las emociones. En un ejercicio práctico, la fuimos llenando colectivamente con post-its. Una participante comentó: “Cuando escribí mi día y pegué mis emociones en la rueda común, me di cuenta de que pasé más tiempo en la frustración que en la esperanza”
En otro momento del taller, reflexionamos sobre cómo la polarización y los algoritmos contribuyen a la fatiga emocional, y exploramos herramientas prácticas para el autocuidado y el cuidado comunitario. Una asistente señaló: “Cuidarme no es egoísta, sino necesario para poder seguir”
Algunas participantes, en este sentido, reconocieron cómo el trabajo puede ser un refugio, pero también una fuente de agotamiento. “Cuando leo las noticias temprano, me siento insegura y ansiosa, pero luego, trabajando con organizaciones, recobro algo de optimismo”, dijo una de las activistas. Sin embargo, también señalaron los retos de equilibrar lo laboral y lo personal: “Mi casa es mi oficina y las reuniones virtuales nunca terminan. Nunca tengo tiempo para mí”.
El taller dejó muchas reflexiones sobre cómo los ecosistemas de información amplifican emociones como la ira y la frustración. Una de las reporteras confesó: “Es agotador pensar que, como periodistas, tratamos los mismos temas una y otra vez, pero parece que nada cambia”.
Además, la sobrecarga de noticias y la presión en redes sociales agravan este desgaste. “El ecosistema está permeado por la opinión constante. Los comentarios en redes se han convertido en espacios de ataque, y eso afecta nuestra relación con las audiencias y con nosotras mismas”, dijo otra periodista.
Para relajarnos con un poco de humor, al finalizar la dinámica usamos memes para responder preguntas clave sobre el cuidado de nuestras emociones en nuestras esferas de trabajo y activismo.
Entonces, ¿cómo podría lucir un ecosistema informativo más alentador y sostenible para les periodistas?
Reimaginando nuestros escenarios, proyectamos ecosistemas donde:
- Hay espacios para hablar de salud mental y del impacto de las emociones en ellos.
- Priman las narrativas esperanzadoras y alternativas.
- Practicamos formas de activismo que no nos agotan, sino que nos nutren y nos permiten crecer sin culpa.
Aunque los desafíos son enormes en este contexto sociopolítico, hay muchas razones para seguir bregando por mejores ecosistemas informativos a través del amor, la esperanza y sobre todo; de las estrategias colectivas que nos permitan sostener estas prácticas en la cotidianeidad.
Somos una línea de ayuda gratuita, anónima y confidencial. Ofrecemos apoyo emocional y psicológico a periodistas, activistas y usuaries de internet que están experimentando estrés, burnout, fatiga crónica y/o violencia digital. ????
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